La auténtica lucha
Estaban sentados en aquella diminuta e inhóspita sala, uno frente al otro. Rodeados por cuatro paredes grises, claustrofóbicas y únicamente decoradas por una pantalla de plasma colgada en casi todo el ancho de una de ellas. La tensión se cortaba con un afilado cuchillo inexistente. O más que existente en la cabeza de Ainara, cuyo...