Mártir
Llegamos con retraso. Te habías empeñado en pintarte las uñas, «Qué amarillentas, me las voy a pintar, de fucsia». A las once y treinta y ocho nos sentamos en unas sillas tapizadas de gris, almohadilladas, inofensivas; nos levantamos a las once y cincuenta y tres con el cuerpo tenso y la mente temblorosa, como si...