¿Acaso no está bien atendida?
Con la puerta de su habitación entreabierta se podían vislumbrar las piernas desnudas de la anciana cada noche cuando se deshacía de las ajustadas medias y las guardaba en el cajón superior de la cómoda de madera color nogal. A continuación, Esperancita, cogía el bote de la crema y tras llenarse las manos en abundante...