Unos granos de mijo
Karim achica los ojos y se lleva la palma de la mano a la frente a modo de visera para combatir el calor insoportable del mediodía. A esa hora ya reverbera entre los peñascos metálicos de la barriada y ha comenzado a derretir hasta los últimos botones de su camisa. Palpa una vez más el...