Alegremente irresponsable
Llamaron por mi nombre, el apellido generalmente lo obvian porque les resulta difícil la pronunciación. La enfermera, que tiene obligada su presencia durante la visita, abrió la puerta del consultorio y me indicó dónde debía sentarme con un movimiento sincronizado de ceja y mano. Me senté mientras daba los buenos días. Un escritorio amplio que...