LÁPIDA LIBERTAD POR EL CHAPECOENSE

LÁPIDA LIBERTAD POR EL CHAPECOENSE

Fran Nore

18/04/2017

https://www.youtube.com/watch?v=uscyFFk7kG8

(In memoriam)

Ruidos enloquecedores en la ciudad atolondran mi cabeza y zumban mis oídos, espero se acallen y pueda dormir a tientas de mi oscuridad de roca sin tiempo.

Y se fueron en ese avión, los del equipo de fútbol brasileño Chapecoense, para no volver, dicen… pero sí están acá los cadáveres amontonados entre sábanas blancas por la pendiente del cerro Gordo donde se estrelló el avión, los 71 cadáveres… Nadie lo puede creer, el mundo está en shock… fatal lunes en la noche del 28 de noviembre de este año bisiesto 2016.

En la atmósfera opaca de las imágenes del accidente, sufrientes seres atacados por los látigos de la tristeza y la angustia, los escucho por el canal de televisión.

Presto hay un rescate, algunos sobrevivientes del siniestro aéreo, noticias lamentables del sórdido hecho, desafortunadas.

Mi cuerpo se entumece, invoco el acorde de Dios, su brillo de ensueño, su palpitar silencioso entre galaxias y estrellas brillantes, su marcha celestial por los cielos.

Fue ambigua la noche de esa tragedia, lo recuerdo, hasta el amanecer los reportes, los rescatistas y las ambulancias, la peor pesadilla del fútbol actual en medio de lodo, lluvia, fragmentos despedazados de la aeronave por los montes, potentes instantes del fin se desplomaron sobre la tierra boscosa y mojada, así es el sueño truncado de la fama y de la gloria cuando la esperanza nos quiere abandonar. Esperanza alegre de ganar una copa de fútbol, La Suramericana contra Atlético Nacional de Medellín. Pero se cruzaron signos fatídicos.

Y luego el enigma inevitable de la tragedia, se trasladan cuerpos inertes en helicópteros a hospitales en emergencia, a Medicina Legal, bravíos umbrales hacia los pesados mármoles, ningún abecedario, ninguna oración apacigua estos idiomas fúnebres, afiebrados, multiplicados en homenajes.

Se ensombreció más la cúpula de la Muerte para recordar a la Vida que es semblanza de viento en la memoria, la memoria que es una mancha de sangre sobre nuestros ojos.

Esto no es ajeno. Denuncio que es una injusticia del destino que nos ha deprimido terriblemente.

Entonces grandes homenajes por las 71 víctimas, preparados los cadáveres para ser repatriados a sus países de origen, Brasil, Bolivia, Paraguay, Venezuela… y la ciudad de Medellín, en Colombia: y todo el mundo del fútbol en duelo, las voces de los hinchas de los equipos con un solidario grito libertario que respalda lo funesto. con los corazones quebrados.

Mi consternación y mis alas rotas, puesto que también estoy sin consuelo mientras los cadáveres de los chapecoenses son desgarradoramente identificados.

No puedo exigir sino fortaleza para la moral desmoronada que anida dentro de todos nuestros corazones destrozados.

Aconsejo mucha fuerza en momentos trágicos de dolor y agobio espiritual sin medida.

Mientras el Destino se burla de la civilización, armado de intrigas altamente peligrosas.

Campeones que han fallecido, cuyas leyendas de valor resurgen en medio de nuestro mundo herido.

Abandonamos en lápidas a los guerreros hombres, que no sea esto una insensatez igual. Alguna placa conmemorativa recordará por siempre esta calamidad aérea que ha sacudido este año aciago.

Corregir historias es como cruzar a pie negras telarañas, por lo que creo que es imposible rediseñar el pasado, componer los extraviados artilugios del destino.

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