Serenata nocturna de verano
Los perros habían dejado de ladrar. El incesante aullido de aquellos chuchos, que noche tras noche dejaban insomnes a gran parte del vecindario, se había ahogado, por fin, en la espesura de ese calor nocturno que asolaba Sevilla en pleno Agosto. Entre mis pegajosas sábanas y sin poder pegar ojo hasta ese momento, no acertaba...