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I Concurso Historias de Familia Publicado el fallo de este concurso el 8 de julio de 2014. Accede aquí al acta de ganadores:
Antonia, ese era mi nombre, algo impuesto por las reglas por la sociedad de comienzos del siglo XX. Ni siquiera lo consideraba mío. Era como algo que llevas porque no hay más remedio, y, si de por sí ya no estaba receptiva a oírlo, menos a encontrarme con la persona a la cual tenía que...
No conocí al abuelo Antonio. Mi abuela Carmela rompió en pedacitos todas las fotos que guardaba envueltas en un trapito en la cajita de madera que el abuelo había hecho con una mesilla vieja y las arrojo al fuego de la cocina de le carbón. Llamaban a la...
A Constantino y Engracia La duda, el desgarro y la decisión en su sangre efervescente guiaron sus pasos por mares y tierras. Las minas de Oviedo quedaron oscuras sin sus manos rudas. Otras latitudes lo esperaban. Grandes sueños sin cumplir, urgencias insatisfechas lo apremiaban. Amores abandonados por otro sueño: el porvenir Con el zarandeo del...
Era justo en el final de la historia cuando se hilvana un nuevo comienzo, una gran incógnita puesta en el ruedo del destino. Ella la inesperada, no estaba en los planes del hombre soñador que desandaba la soledad. Todo parecía ser parte de una vida calmada y estructurada. Pero no era un acierto hablar de...
Era una TM Pavemaster del 72 con cuadro de hierro en azul eléctrico, guardabarros y cubrecadena en rojo oscuro. En realidad no era la envidia de los otros chavales del barrio montados en sus BH o alguna sofisticada importación alemana, pero así lo pensaba yo por entonces, para eso era mi bici. El cubrecadena metálico...
Fría. Así le encontré. Como una preciosa bola de nieve, hecha con cariño, pero fría. Entre sus manos nuestra foto, tan antigua como ella, como el tiempo pasado. En cada hebra de su pelo blanco se reflejaba la luna, delicada envoltura. Su gesto era a la vez dulce y severo, como solía ser. Ella decía...
Eran las dos de la mañana cuando a la distancia (no tan lejos) una vocecita dulce, suave, angustiada me despertó de mi atrapante sueño. No sé cómo pero le di un final y me levanté a ver a mi hijita de tres años, casi cuatro, que llamaba: ”mamá… mamá… mamá…” En esta etapa de...
