Puerto del Rosario, 4 de agosto de 2013

Puerto del Rosario, 4 de agosto de 2013

                      

 Eran las dos de la mañana cuando a la distancia (no tan lejos)  una vocecita dulce, suave, angustiada me despertó de mi  atrapante sueño.  No sé cómo pero le di  un final y me levanté a ver a mi hijita de tres años, casi cuatro, que llamaba: ”mamá… mamá… mamá…”

En esta etapa de mi vida, a mis 38 años de edad, me encuentro en el hemisferio norte. El verano transcurre  y las noches, a veces, suelen estar cargadas de humedad.

Me acerco a la niña y me dice suavemente y entresueños: “agua…”. Me meto en la cama con ella, le paso la botellita de medio litro de agua que muy astutamente le dejamos todas las noches del año en la cabecera de su cama. Bebe. Me la devuelve y seguidamente empiezo a moverme para irme  a mi cama. Lo bueno es que aun es tempranito y me queda muchas horas de sueño. Pero NO: “Mami, quédate  conmigo”…

Debo aclarar que llegamos de unas lindas y merecidas vacaciones hace unos días. Durante ese período de unos 21 días casi todas las noches las pasé durmiendo (toda torcida la mayoría de las veces) con los niños. Por lo que creo que aun sigue con esta dinámica de “mamá ven”. Pero quien le niega algo a estas bellas criaturas.

Bueno. Allí me quedo. Cierro los ojos muy rápidamente para no perderme nada, y empiezo a soñar otra vez. Lo hago durante un rato muy largo por lo visto, ya que el nuevo despertar ocurrió sobre las seis de la mañana que Alejandra (así es como se llama mi hija) me despierta para  ir al baño. Vamos. Volvemos. E  intento por fin regresar a mi cama, pero nuevamente me dice “mami quédate conmigo”… Y bueno, allí me quedé pero esta vez al cerrar los ojos rápidamente para seguir durmiendo, no ocurrió nada. No pude quedarme dormida!!!! Qué horror! Y creo que ella tampoco porque daba muchas vueltas. Pasado un rato largo me dice: “mami, ya te puedes ir a tu cama”. Y salí ligeramente para mi cama. Al llegar a mi habitación, debo de decir que, me zambullí en el rinconcito que me quedaba de cama. Es lo que suele ocurrir cuando abandonas un lugar queda más espacio, entonces uno se expande; y eso fue lo que hizo mi novio, padre de los niños o pareja, pero no marido porque después de 10 años juntos, aún espero que se decida a pedirme matrimonio. Volví a cerrar los ojos muy rápidamente para dormir (ya eran las seis y algo de la mañana, no quedaba mucho para soñar y descansar). Bueno, recuerdo que hasta las 6:40am vi el reloj; luego en algún momento ¡por fin! Concilié el sueño… Punto Feliz.

Sin embargo  al rato llamó el niño de cinco años. “Mamá”.  Debo aclarar que en ese momento llorar fue lo primero que se me ocurrió…. Sonrisita en mis labios, aire entrando en mis pulmones….  Un pie delante del otro….

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