Asómate
Nochebuena nos deparó un hermoso y crujiente cochinillo en su pesebre. Estaba divino, en todos los sentidos de la palabra; desde el cuero del rabito hasta la aureola de varitas luminosas “glowstick” que lucía como tocado. El angelical asado emergió de la cocina en brazos de mi hermano, el descabellado Marcelo. Peluquero de profesión y...