2008, casi al comienzo de la crisis actual, nos volvemos a encontrar en su ciudad. ¿Por qué ella es de mi familia? Porque compartimos algo más que piso en mi ciudad unos años atrás y desde entonces ella cuenta en mi vida y yo creo contar en la suya. Sin condiciones, sin compromisos. ¿Como hermanas? Quizás mejor que las hermanas, porque las amigas son libres y se quieren y se apoyan solamente porque sí.

Como en las familias, la comunidad de amigas nos puso en contacto cuando ella vino a Castellón. “¿Necesitas alojamiento? No te apures, si quieres llamo a Carmen, ahora está sola y le gusta compartir piso con profesoras, amigas de sus amigos”. “Sí, porfa. Es que no sé si no qué voy a hacer”. Y así nos conocimos.

La vi apurada. Le daban un Ciclo Formativo nuevo, no había textos, ni programaciones, ni casi nada. ¿Quién habrá dicho que los profesores no hacen nada? ¡Dios mío! ¡Me gustaría verlos a ellos en ese lugar a ver cómo se desenvolvían! Puse de mi parte lo que pude. Hacía la comida, aunque no soy muy buena cocinera y le ofrecía mi experiencia con otros ciclos nuevos, de otra familia profesional, nada que ver con la suya… Y nos tomábamos una cervecilla fría a la noche charlando un rato. Eso era lo mejor del día.

Me vi ampliamente recompensada. Ella me ha enseñado sin palabras lo que significa el optimismo y eso que ahora llaman la resiliencia, que me parece una palabra la mar de rebuscada. Pienso que es mejor llamarle buen humor o “al mal tiempo buena cara” como siempre.  Siempre con una sonrisa, siempre con una frase agradable, siempre con un “¿y por qué no?” a cualquier proposición alegre, salir un ratito, ir a una plaza del centro animada, reunirnos con unos amigos, ir al cine,… Cualquier cosa que rompiera la rutina, que nos hiciera olvidar por un momento todo el estrés del día o de la semana, incluso los problemas que pudieran tener nuestros padres allá, al otro lado del teléfono.

Los padres a 300 kilómetros, con achaques. Cada una con sus problemas de familia tan diferentes y sin embargo tan parecidos. Allí estábamos unidas por el trabajo y por la distancia de los nuestros, como la serie “Doctor en Alaska”.  Siempre pensé que lo más interesante de esta serie no era el rodaje tan cerca del Círculo Polar sino el hecho de estar situado “allí”, tan lejos de todo, tan lejos del entorno conocido, que tienes que formar una familia nueva en ese otro lugar. Tus nuevas relaciones pasan a convertirse en tu familia real.

Esto te hace crecer, convertirte en un adulto, crear tu propia familia – de nuevo – tu nueva familia. No es preciso casarse para configurar una nueva familia. Todos la necesitamos y hay muchas formas de generar estas nuevas relaciones… familiares al fin y al cabo.

FIN

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