Loscoloresdelosautos
Nos gustaba cenar juntos. A veces salíamos a las calles a caminar sin rumbo fijo. A mí me gustaba notar cómo el sol moría en cada edificio; a ella le fascinaban los autos muy limpios. «Aún si no lo crees, tienen colores que no se parecen a otra cosa en el mundo», decía, mientras seguíamos...