Un chulla quiteño, entre guerras y pasillos
Aunque decir chulla quiteño y bohemio resulta redundante, éste lo fue en doble partida, de ahí que bien le calza. Cuentan que su funeral sin misa (insólito para la época), en 1940, fue en medio de un gran cortejo, de los más grandes que Quito había conocido hasta entonces, nueve cuadras de deudos, amigos, admiradores...