Descanse en paz.
–Buenas noches– saludó Julio al entrar en el velatorio, sin recibir contestación. –¡Qué pena! ¡Qué pena más grande! Todos en la lúgubre estancia lloraron con la llegada de esta última e inesperada persona, como si trajera la tristeza y la añoranza consigo. –Desde luego, como pasan los años, da miedo a veces mirar atrás. Fijate...