LUCERO
La vi vestida de novia. Un vestido blanco ajustado a su cuerpo regordete y un velo translúcido le cubría su rostro. Aún así, se podía mirar su tez blanca, la sonrisa hermosa y su larga caballera trenzada. Sin miedo y con tranquilidad pasmosa se metió en un ataúd color caoba. Le llame y se negó...