Hablar con el viento
Aún hoy, cuando cierro los ojos, puedo verlo junto a la ventana. Por más que el tiempo dibujara canas su cabeza, él nunca se olvidaba de hablar con el viento. Cruzaba los brazos en jarra y miraba al cielo. Oteaba algún punto del firmamento y, finalmente, asentía. – Viene lluvia. – ¿Cómo lo sabes? –...