Desde una puerta de cristal
I –Buenos días, B–––– y B––––. ¿En qué le puedo ayudar? No hace falta oír la respuesta. Irma, sinuosa recepcionista, ya puede presagiarla. Abstraída, dice que sí, que no, que el Lcdo. está ocupado, pero puede pasarle un mensaje. Lo apunta...