¿A cuántos sapos he de besar?
Con las viscosas aguas negras a la altura de las rodillas, Lady Princesa, se llevó las húmedas manos a la cara para ahogar el llanto, los oídos aturdidos ya, por incesante croar del estanque. Los desorbitados ojos de los babosos animalitos, sostenidos en sus delicadas manos, hinchando el vientre blanco, encuentro forzoso con los labios de...