El beso
En cuanto escuchaba cantar las doce del sereno, Manuela Matus se asomaba cada medianoche a su balcón suplicando por un beso. La besaba el silencio, la besaba el sopor, la besaba la desolación, la besaba -al pasar- el tiempo, pero el beso soñado… Hiela todo afuera y ardo yo por dentro. ¡Ay, qué no diera...