EL VIEJO JUAN.
El prolongado y estrepitoso cantar del gigantesco gallo del vecino Ramón, avisaba el comienzo del nuevo amanecer en mi tranquilo barrio de la Pintana. La silenciosa oscuridad comenzaba a hacer su retiro, dejando que la cálida luz del sol diera inicio al nuevo día. Empezaba el eterno ajetreo y el bullicio llegaba de todas partes...