La lucha del caracol
Los separaba uno a uno y con amor, era una rutina tediosa y larga: cinco días como mínimo para poderlos comer. La purga era necesaria. Varios días en la malla, en su prisión con agujeros, asomando las cabezas queriendo escapar por las pequeñas rendijas que la red les permitía. Los cuerpos quedaban fuera, pero no...