Adiós, Saúl.
No podía creerlo. Sentí emociones opuestas: por un lado, paz y alivio; por otro, mucha tristeza. Hacía tiempo que no pisaba la capital. Aún sentía miedo, pero tras la llamada de Tibu, no tenía sentido posponer más aquel viaje. Recogí las pocas pertenencias que había acumulado en esos años y me fui a empezar una...