Sus pizzas
No he vuelto a comer pizza desde entonces. Extrañaba el olor de su muzarela derretida en el horno. También su habilidad de colocar la cantidad exacta de orégano. No te quedaba ninguno en los dientes y el perfume de aquella planta te bañaba de placer hasta la mitad del cerebro. Sus pizzas eran perfectas, simples. Al...