GOZO
GOZO Me relamí de gusto cuando escuché tus llaves abrir la puerta, y cuando volaron tus tacones haciendo cabriolas en el aire. Te escuché gruñir ¡que asco de vida! Y gemir mientras –sentada al borde de la cama- te masajeabas los pies, doloridos por la docena de horas trabajando en aquel bar que se ve...