Alquimia en la incomodidad
Daba la hora madrugadora. El frío era placenteramente puro. No extrañaba aún mi hogar. La brisa era el refresco de mi piel al abrir los ojos. La nieve iluminaba más que la primavera. Trabajar un día más en un continente distinto era volver a nacer diariamente. Cada etapa descubría otra faceta al lidiar con todo...