DECIDIR SIN DECIDIR
Todos éramos de alguna forma iguales: inocentes. Inocentes de los padres que nos tocaron, del lugar en el que nacimos, inocentes de lo que podíamos hacer, inocentes de lo que éramos (porque todavía NO éramos nada). Pero entonces llegan los 18 y dejamos de ser inocentes, al menos legalmente, pasamos a poder hacer algo para...