El agujero de la tiza

El agujero de la tiza

Son las 5:50 de la mañana. Suena el despertador y, con poca pereza, salto de la cama. 

Tras ponerme los leggins, el corrector de ojeras y tomarme un café, cojo la mascarilla y abro l puerta. Dicen que no es obligatorio llevarla pero prefiero prevenir que curar. 

Al salir a la calle, se agradece el golpe del aire en la cara, ya con la cara destapada.

Hoy me llevo el ordenador al trabajo porque saldrán las notas de la oposición. Estoy tranquila e intranquila a la vez, ¿raro, verdad?

Salí contenta del examen y la preparadora, tras ver la copia, cree que está aprobado y me dice que comience a preparar la segunda parte.

Llevo un año y pico haciendo prácticamente lo mismo: madrugo, trabajo en una escuela infantil, llego a casa, me ducho y me siento en la silla a estudiar, ceno y a la cama. No os podéis imaginar la de horas y dinero que he echado a esta oposición. 

Cuando llegué al exámen no iba tan nerviosa como otras veces porque sabía que lo llevaba preparado. 

Primero hicimos el exámen del práctico. Buena letra, ley completa,…y, ¡de repente me dicen que faltan diez minutos! Creo que nunca he escrito tan rápido pero, aún así, no pude terminarlo. Tras una hora y media, diez minutos de descanso y vuelta a empezar. Esta vez se trataba del tema, dos horas. Había dos opciones y escogí el más difícil, bajo mi punto de vista. Lo terminé pero no puse todo lo que tenía en mis apuntes. Quería que me diera tiempo a terminar todas las partes y en eso me enfoqué.

Al trabajo llego unos cuarenta minutos antes y empleo ese tiempo en preparar el material del día o terminar algo del anterior. 

A las 7,30 comienza a sonar el timbre y los niños y niñas van llegando a cuenta gotas. 

Recibo a todos con abrazos y achuchones. Mascarilla puesta.

La ratio del aula de 1-2 del primer ciclo de educación infantil es de 14. Tengo 10.

El aula no es precisamente perfecta…Cuando estoy en el baño con alguno/a sentado/ en el orinal, no veo lo que sucede en el aula y, creedme, siempre, siempre, sucede algo. 

Son momentos de estrés donde he de estar pendiente de que no se muerdan, no se suban a la mesa, no corran por el aula,…a la vez que alguien se hace pis encima,…Un caos que dura unos minutos pero que, para mí, son horas. Trato de mantener la calma pero reconozco que he tenido crisis de ansiedad. 

Después me traen el desayuno. Unos comen sólos, a otros hay que ayudarles. Unos se pelean con el  de l lado, otros tiran el desayuno al suelo sin querer al darle con el codo o al intentar cogerlo para beber la leche. De repente, alguien quiere ir al baño y he de acompañarle, dejando a los demás sentados en la mesa.

Cuando todo este caos termina, llega (POR FIN) la maestra de apoyo. A veces, incluso más tarde o…no llega porque ha faltado otra maestra y debe estar en otra aula.

Todo esto sucede día sí y día también.

Llega el tan ansiado momento de ir al patio pero con él llegan las caídas y los ojos se ponen en alerta porque, además, hay quienes se meten la arena o ,lo que encuentren por el camino, a la boca. 

Entre llantos de hambre y cansancio llegmos al momento de la comida. Canto una canción mientras esperan o les leo un cuento para captar su atención. 

Por fortuna, hay días que tengo ayuda en el momento de la comida y posterior cambio de pañales.

Llega la siesta…y, cuando todos duermen, la paz.

Les miro con orgullo porque les quiero como si fueran míos/as. Hoy uno ha conseguido coger sólo/a la cuchara, otro/a no se ha hecho pis encima, otro/a ha jugado disfrutando con sus compañeros/as, otro/a se ha dormido en la cama sin berrinche,…

Ha sido un día duro pero he recibido más abrazos que nunca, sonrisas y besos, consquillas y cariño.

Son las 12, abro el ordenador y busco la, tan ansieda, nota.

¡No lo puedo creer!

He aprobado justamente el que no terminé y he suspendido el otro…

Se acabó…no paso a la segunda fase.

No os imagináis cómo tengo la casa….llena de carpetas, materiales, … que no saldrán a la palestra.

No lloro, esto tiene que ser mentira.

Siento que me he quitado un peso de encima porque todo ha terminado pero me noto vacía.

¿Y ahora, qué?

Los niños/as comienzan a despertarse. Cambio de pañales, abrazos, mimos. 

Mañana será otro día.

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