Derrocados
Las flores del cactus lucen ajenas a todo, como pequeños milagros entre tanta espina. No sé cómo llevarmelo. Siento apego por las plantas, puedo deshacerme de otras cosas, pero no de mis compañeras de vida. Recuerdo aún aquel Potos que repartía verdor en nuestra antigua oficina. Cuando nos trasladamos, lo metí en una caja abierta...