Más muerta que viva
Cada día lo mismo: apagar el despertador, arrastrarme fuera de la cama, ducharme, comer algo a la fuerza, vestirme sin ganas y dirigirme, a paso rápido, a la parada de guaguas con el cuerpo agarrotado. Media hora más tarde: abrir con temor la puerta de la oficina, saludar a mi jefa -sabiendo que no va...