MIÉRCOLES
A cada paso, deja caer rítmicamente la mitad de su peso contra el suelo; reconocería la cadencia de ese andar de tentetieso sobre las mismísimas llamas del infierno. —Entra la tonta de la judia —me anuncia el recepcionista. —¿Quién? —No sé si no se ha dado cuenta de que estamos en pleno barrio judío, que...