Perfil público

Alicantina de nacimiento, tuve la suerte de ir dando tumbos durante años por buena parte de la geografía española, hasta que avatares de la vida terminaron embarrancándome en Murcia, región con cierta fama hoy en día por su gestión ante ciertos desastres naturales y por otros triunfos políticos que no comentaré en este texto por no herir sensibilidades.
Por razones que no sabría explicar pero que en mi época moza tenía muy claras, estudié, entre fiestas y muchos, muchísimos conciertos, ingeniería agrónoma en Madrid.
Por el camino he dejado dos carreras, la de piano y la de baile. Había en esas instituciones de enseñanza llamadas Conservatorios algo tan rancio que, llegado un momento de mi vida, me resultó totalmente inconcebible soportar. Menos mal que otra cosa no, pero el pragmatismo me sale por los poros. Sin grandes traumas ni dramas cerré ese capítulo y reinicié el piano por libre con una profesora húngara maravillosa que luego llegó a convertirse en una de mis mejores amigas.
Moruna de aspecto, convivo desde hace dos décadas con un normando alto, rubio y de color beige, y desde hace una con nuestro pimpollo, la mezcla perfecta si cabe. Qué voy a decir, soy su madre.
En el carácter, habilidades e incapacidades no voy a ahondar demasiado. Me produce vergüenza ajena. Soy sociable y extrovertida hasta que dejo de serlo: puedo estar en modo ostra sin despeinarme durante uno o dos días, y sin razón aparente.