Cuánto de lo que he defendido alguna vez como si fuera la verdad que nos “salvaría”, hoy ya no significa nada.
Vivimos juntas sueños lúcidos, desvelos, pesadillas y siestas de media tarde.
En ninguna me visualicé en su ausencia, aunque a veces eso mismo es lo que reclamaba.
Fue mi hogar, fue también mi almohada.
La vida después de ella se ha sentido sin poesía.
Su mirada fue para mí un sol que, entre las penumbras, iluminaba las grietas de mis heridas.
Espero haber sido para ella ungüento para las suyas.
Alegría en los días grises.
Charlas interminables sobre el propósito de la vida.
Hoy me escribe de vez en cuando; yo le respondo, de cuando en vez.
No sabe que mi corazón la extraña.
No debería saberlo.
Me cuenta sus logros.
Me llama de madrugada.
No tiene idea de que su paso por mi vida me trajo canto y me llenó de emociones que, hasta antes de ella, no sabía que existían.
La imagino entre praderas verdes, por allá, en el sur de Chile, adonde emigró.
La imagino a ratos nostálgica, a ratos contenta; sola y también acompañada.
Tomando sus tés, cantando, caminando y escribiendo, como sé que le gusta.
Espero que algún día la vida acorte la distancia que hoy nos separa.
No sé cuándo ni cómo, pero sé que nuestras miradas, alguna tarde, en algún lugar, volverán a coincidir.
En el abrazo seremos una.
La familia con ella es esa que uno escoge a falta de la que te vio nacer.
Ella me ha visto morir y desaparecer muchas veces.
Espero que me recuerde con amor y no con rabia por mi partida más definitiva.
Mientras escribo estas líneas, lloro porque me emociona conectar con lo que siento.
Por ella, por lo que vivimos.
Lo nuestro, aunque hoy más a la distancia, no tiene fin.
Solo espero que, mirando por la ventana que la llevó a escoger la casa donde vive hoy, siga escribiendo versos con olor a té y tierra mojada.
Que brote de ella toda la savia que la habita
y dé vida en otros mundos desiertos, para que florezcan y reverdezcan, como lo hizo con el mío.
Espero que la alegría que la acompaña nunca se apague.
Su luz es capaz de iluminar todo lo que toca.
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