Un día supe que quien sostenía mi mundo ya no estaba.

La busqué, la busqué en todos lados, la busqué hasta el cansancio.

Y cuando por fin la encontré, no supe si era consuelo o desilusión.

No hablaba como antes. No transmitía esa calma que alguna vez conocí. Sus palabras ya no tenían peso en mi.

Tardé en reconocerla.

porque era yo, era yo quien había desautorizado por completo mi voz,

mi propia percepción del mundo.

Nada,

absolutamente nada de lo que yo misma me decía iba a tener relevancia,

ni siquiera significado en mi.

Lo más perturbador era saberme capaz de eso: de tratarme con esa crudeza; con ese abandono; tan despiadada; de creer que no era digna de mi propia ternura.

Tal vez, hasta hoy, eso es lo que me empuja.

porque pensarme desde ese lugar,

tan lejano, tan frío

me resulta repugnante.

No sé si lograré cambiar

pero ya no puedo seguir sin buscarme mejor.

-peeperita

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS