En la penumbra, la triste despedida,

De aquel amor que en mi pecho ardía,

Como estrella fugaz, se desvanecía,

Dejando en mí una eterna herida.

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Tantos momentos juntos compartidos,

Susurros dulces y abrazos cálidos,

En el recuerdo quedan grabados,

Como versos en un libro antiguo rimados.

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El adiós llegó como frío invierno,

Dando a mi alma un castigo eterno,

Las lágrimas silenciosas caían,

Mientras en mi alma, susurros morían.

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¡Oh, cuánto daría por un último abrazo!

Sentir tus labios en un postrer trazo,

Pero el destino implacable nos separa,

Dejando atrás una historia que no se repara.

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Y aunque la distancia nos lleve lejos,

Nuestro amor perdurará en versos viejos,

En cada rima, en cada verso entonado,

Nuestra historia de amor será recordado.

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