El Ave en mi Hombro Susurra a mi Oído

El Ave en mi Hombro Susurra a mi Oído

Crimson Girl

29/01/2023

Recuerdo aquel día, me habían asignado el caso de un chico bastante pobre, el desgraciado ni siquiera había podido pagar su fianza, así que debía de reunirme con él en la prisión; era claro el por que decidió que lo representara un defensor publico en lugar de contratar un mejor abogado.

Una vez hube pasado los controles de seguridad, pude llegar hasta la sala de reunión de aquella cárcel de porquería. A quien observé, sentado esperando en la mesa metálica, fue a un chico escuálido, desgarbado, visiblemente perturbado y, para ese momento, lleno de marcas y moretones; recuerdo que pensé que no era material para prisión, que de seguro no resistiría ni tres meses, pero rápidamente descarte esa idea tras recordar los cargos de los que se le acusaba.

Hola Jonathan, soy Henry Ferguson, soy el abogado asignado por el estado.

– Mucho gusto Señor Ferguson, perdone que tenga que venir hasta aquí.

Al verlo y escucharlo hablar, creo que nadie se hubiera planteado siquiera sospechar nada malo de aquel muchacho.

– No te preocupes, es mi trabajo. Bueno, será mejor que empecemos cuanto antes; por favor, cuéntame cómo sucedió todo, desde el principio.

El chico bajo la cabeza y se mantuvo en silencio, era obvio que se encontraba incomodo, pero yo no tenía ni el tiempo ni la energía como para perder esperando que pasara su timidez; el no era un niño y aquello no era una cita de juegos.

Escucha, chico; todo lo que me digas a partir de este momento quedará protegido por la confidencialidad abogado-cliente, así que no tienes por que preocuparte.

S… sí, lo siento. Se lo contaré todo, pero… por favor, no me juzgue hasta que termine de escuchar mi historia.

Con voz temblorosa y apretando las manos sobre su regazo, Jonathan comenzó a contar su historia.

Yo… antes era un chico bastante normal, tenía una vida sencilla, iba a la universidad y trabajaba medio tiempo en una cafetería; era todo muy rutinario. Pero fue hace un año, en mi tercer semestre, cuando mi vida comenzó a venirse abajo.
Empecé a sentirme observado, perseguido; al principio eran ocasiones muy puntuales, lo único que hacia era tratar de no prestarle atención, pero ese sentimiento se volvió cada vez más intenso y más constante. Nuca veía a nadie, así que traté de ignorarlo tanto como pude, pero esa sensación no desaparecía; comencé a considerar la idea de que tal vez algo no estaba bien conmigo, en mi cabeza, así que conseguí los contactos de algunos psicólogos y psiquiatras, pero antes de que tuviera el valor de visitar a alguno, fue que me di cuenta de que quien me seguía no se trataba de una persona, sino que era un enorme, deforme y horrible cuervo.

En cada lugar al que iba, en cada cosa que yo hacía, el ave estaba allí; me perseguía, y siempre parecía estar viéndome, como si me vigilara… lo peor de todo es que, sin importar a quien preguntara, nadie más podía verlo. No había momento o lugar en el que pudiera estar tranquilo, pero eso no es todo, en ese momento no lo sabía, pero aquello era solo el inicio de la espiral descendente en la que se convirtió mi vida.

La sensación de persecución fue escalando y, por más que lo intentara, no podía fingir tranquilidad; la gente empezó a notar mi actitud, y yo… me aislé cada vez más. Mia calificaciones se desplomaron, perdí mi empleo, casi no dormía.
Esto continuo hasta que una noche, cuando volvía a casa de la universidad, ese maldito cuervo se posó en la rama de un árbol delante de mí y él… empezó a hablarme.

Perdona, tengo que interrumpirte. Dices que esta ave pesadillesca, que solo tú podías ver, no solo te perseguía, ¡¿sino que también te hablaba?!.

Si señor, no fue solo en aquella ocasión, sino que a partir de ese momento, cada día y cada noche, el cuervo me perseguía, llegaba incluso a pararse en mi hombro, y se aferraba de manera tal que sin importar cuanto lo sacudiera o yo me moviera, el simplemente no se soltaba. Entonces, cuando me cansaba de luchar, el empezaba a susurrarme al oído.

Al principio pensé que el muchacho se burlaba de mí, no podía esperar que yo me creyera algo tan estúpido. Pero su expresión llena de pesar era demasiado seria como dejar espacio a la duda; él estaba hablando en serio.

El cuervo me decía que fuera a un lugar, repetía una y otra vez la dirección; no me permitía concentrarme en el día ni dormir por la noche. Su suplica continuo día tras día, hasta que, finalmente, una tarde me dirigí al lugar que me indicaba.

Una vez en el sitio, comenzó a decirme que cavara, «Cava, cava» repetía, parado en mi hombro y susurrando en mi oído; hasta que accedí a hacerlo, aún sin tener ninguna herramienta adecuada para el trabajo. Excave con rocas y mis manos desnudas, cave hasta que logre ver algo; cuando termine de remover la tierra, me di cuenta de que lo que allí yacía era el cuerpo de un niño, yo… estaba realmente espantado.

La piel se había marchitado sobre los huesos, era un pequeño cuerpo seco y contraído, pero aún se podía apreciar la expresión de horror absoluto que dibujaba su ahora áspero rostro.
En ese momento llame a la policía e inventé la excusa de estar buscando una cápsula del tiempo, una de esas cajas que se entierran para ser recuperadas años después. Les dije que la había enterrado cuando niño y que regresé a buscarla; no podía decirles nada del cuervo, por obvias razones, pero, afortunadamente, ellos me creyeron, tomaron mi declaración y me dejaron ir.

No entendía como el ave sabia de ese lugar, o el por que me pidió escavar; si es que era el alma del niño en el ave, o si solo estaba enloqueciendo y esto había sido una terrible coincidencia.

Desgraciadamente, aquel aterrador incidente no fue el único; el cuervo continuo pareciendo y cada vez que lo hacia, me hablaba con una voz diferente.

– ¿Y qué te decía el ave? – No puedo mentir en esto, la verdad es que mi incredulidad, poco a poco se transformaba en certeza, con cada palabra que le oía decir, más seguro estaba de que aquel chico estaba completamente loco.

– Me indicaba un nuevo lugar y, como le mencione, lo hacía siempre con una voz diferente; como si hubiesen muchas voces dentro de él. Para la sexta vez, los policías revisaron registros y ya sabían que siempre era yo el que se encontraba con los cuervos; obviamente no creyeron que todo se trataba de una terrible coincidencia, así que me arrestaron y tomaron muestras de mi ADN, dijeron que yo era el principal sospechoso de asesinar a aquellos niños; pero yo no entendía como, ya que ellos llevaban muertos años, pero nadie me escuchó.

Al cabo de unos días estaba siendo acusado como el asesino en serie que mato a esos niños, ¡pero no fui yo!. Yo solo estaba haciendo lo que el cuervo me decía, porque no me dejaba en paz; cavaba a veces con las manos desnudas y me hería… y sangraba, pero yo… yo no… ¡Soy inocente!, yo no he hecho nada malo, fue el cuervo, o alguien más, están tratando de inculparme, ¡pero no fui yo… tiene que creerme!.

– Jonathan, no se si nadie te lo ha explicado, pero el ADN permite a la policía saber la edad, características y hasta el lugar de nacimiento de una persona; pero no solo eso, ellos saben hace cuanto tiempo murieron las victimas y, por lo tanto, hace cuanto tiempo fue dejado el ADN del victimario. El ADN que encontraron, Jonathan, es tuyo, de hace cinco años.

No lo entiendo… – el chico comenzó a temblar.

– Esos niños… eran quienes te molestaban en la escuela, ¿verdad?. Cuando eras mas joven.

– Yo, no lo sé, no pude reconocer a ninguno.

– Tenemos los registros, los niños desaparecidos hace cinco años, eran tus compañeros. Si me dices dónde se encuentra el séptimo cuerpo, tal vez pueda conseguirte un trato.

– No, no lo sé; no lo entiende, yo no hice nada, no sé nada, yo solo seguía las instrucciones del cuervo.

Ese cuervo no existe Jonathan, siempre has sido tú, solo tú.

Pero… Yo no lo hice, y yo no estoy loco… ¿o si…? – la voz con la que hablaba iba perdiendo su determinación, siendo esta remplazada con duda.

– Está bien Jonathan, estás enfermo…

– ¡Van a ejecutarme! ¡No quiero morir!, Señor Ferguson, Nooo….

– Jonathan, tranquilo. Evitaré que te den pena de muerte, pero necesitarás decir lo que me dijiste a mi en el estrado. Así te conseguiremos ayuda médica; irás a un centro médico en lugar de una cárcel.

Yo… Gracias, muchas gracias.

Aquel juicio fué realmente fácil, tras escuchar la lastimera historia de abusos y sufrimiento en su infancia, la historia del cuervo y lo desequilibrado de sus palabras; guiados por la empatía y la pena, ninguna persona en el jurado, ni en toda la sala, dudo del deplorable estado mental de Jonathan.

Al final pude conseguir que fuera internado en un sanatorio; creí que había hecho un gran trabajo, que había ayudado a un pobre muchacho víctima de sus circunstancias y abandonado por el mundo, pero…

El día siguiente al que dictaron la sentencia, mientras acompañaba a Jonathan en el transporte, rumbo a lo que seria su nuevo hogar, él esbozo una sonrisa y dijo algo que me ha robará la paz por el resto de mis días…

Es increíble, ¿no cree?

¿Qué cosa, Jonathan?

Lo fácil que es salirte con la tuya cuando le dices a la gente que escuchas a los pájaros hablarte, es tan estúpidamente divertido.

Escuché que poco después de eso, hubo un gran incendio en el sanatorio y que gran parte de la población de internos murió; se supone que aquel muchacho fue una de las víctimas, pero yo estoy seguro que no.

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