¡Hoy me retiro de ti!, y aunque el camino será difícil, me retiro porque no puedo ofrecerte eso que tu buscas, pues te ofrecí la verdad y tú vives en un mundo de mentiras, haciéndome quedar como un imbécil.
Me retiro con el corazón hecho trizas, pero con la esperanza de que podré unir todos los pedazos que hiciste de mí; y aunque se que jamás podrá estar completo éste rompecabezas, pues te haz llevado una parte de él contigo, aún así incompleto y destrozado debo partir cargando en mi maleta todos los recuerdos de tragos amargos y risas.
Me retiro, si y lo hago de una vez, pues no puedo esperar a que sigas perdiendo las piezas de lo que hoy ya no volverá a estar como antes. Hoy duele, pero también sé que algún día no sucederá jamás y volveré a ponerme de pie.
Perdón si rompo con la promesa que algún día te hice de amarte para toda la vida, pero no puedo sostenerla más, pues toda la vida implica un sufrimiento que éste corazón cansado de esperar, no podría soportar un día más contigo dando vueltas en mi cabeza.
Me retiro de ti con lágrimas en los ojos que queman mis mejillas en su lento rodar por ellas; no las juzgues, pues tampoco lo hago yo. No te das cuenta que esas lágrimas son tan solo el reflejo de toda la pasión que aún mi cuerpo emana y desborda por ti, entiendo que debo sacarte aunque no me guste que sea así, pues de no hacerlo podría ahogarme en tu recuerdo y volverme loco.
Perdóname por ser cobarde y egoísta al sacarte de mi lado izquierdo, de ése lugar donde te he tenido guardado por tanto tiempo y del que convertí en un refugio para ti; pero no puedo permitirle a mi alma, ahora en pena, que siga arrastrando las cadenas de un fantasma que deambula por cada espacio de mi mundo y de mi mente como un alma en pena, pues lo único que hace con ello es atarlo a una condena que parece no terminar jamás, dejándome sentir como mi pecho destrozado en llamas arde.
Hoy me retiro de ti, con la mirada abajo y no por pena, agacho la mirada por orgullo, por amor propio, por preservar las migajas de la dignidad que dejaste casi extinta en mí, pues no puedo permitir que me vean llorar así.
Me voy agradeciéndote, por mostrarme que estoy vivo y hacerme sentir, sentir que corre sangre por mis venas y que mi corazón no es de piedra, hacerme sentir el calor en mi cuerpo deseando del tuyo y el frío del mismo despreciado por ti. Te agradezco cada paso, cada acierto y cada error, cada risa y cada herida llena de dolor, pero te agradezco más un solo acto, mostrarme que aun en la tormenta lo malo también es bueno cuando en medio de la nada tienes todo, porque te robaste pedazos de mi alma pero te recuerdo que a mi lado siempre estaré yo.
De ti me retiro y lo hago dándote como un ultimo aliento un argumento, que resuena en mi mente y carcome mi pecho, me libero y me alejo y solo te digo:
¡Hoy me retiro, si, me retiro de ti!.
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