Y todo parece indicar que existe algo que es anterior y mejor que la palabra
Fundamento propio
Escribir para mí es la forma como el escritor que soy decide plasmar creaciones que nada mas existen en mi mente, seguramente otros consideran o piensan algo parecido, primero nombramos para invocar, después asignamos las palabras adecuadas, mucho después vendrá lo correcto. Para quien escribe, el escritor, la vida cotidiana es interdependiente de las palabras. La vida como aparición es extraordinaria, desastrosa como fenómeno. La vida no puede separarse de los distintos medios de expresión, así es como los seres humanos aprendemos a escribir oraciones con palabras incandescentes para transmitir nuestras emociones y razones. Las personas corrientes no siempre valoran el trabajo intelectual oculto tras la palabra, tan diversa y común como utilizada e inutilizada, pues lo inútil también cumple una función en nuestras vidas, inmovilizarnos, ponerle un freno al carruaje, pues todos queremos quitarle el sitio al cochero, ser los dueños y poder escoger. Debe ser esa la envidia oscura que sienten aquellos hombres que no pueden escribir por los que si escriben o saben escribir, les envidian el atrevimiento, la osadía, les envidian la ficción de que aparentan ser cocheros.
La contracara de la escritura es el silencio, que algunos prefieran el silencio me hace pensar que existen personas dotadas para aprovecharlo, pues el silencio es el signo de signos, y se sirve de ellos. Como estado opuesto al diálogo el silencio presupone una suspensión de la comunicación. El diálogo entre viejos conocidos, familiares es el más difícil, se sabe todo y se niega todo. Debe esta haber sido la razón por la que la caratula de una película escandinava que yo veía en el escaparate de la librería que mostraba a un hombre atormentado y silencioso me incomodó después entendí la opresión que significaba padecer el poder, la realidad dispar de la riqueza, las difíciles relaciones entre minorías, la gravedad del paso del tiempo, y la muerte de una persona querida que lo cambia todo. Nos hacemos demasiadas preguntas para las que no es necesario tener todas las respuestas, y al atribuir un poder a lo que escribe alguien entramos en una operación difícil que discurre del pensar a la acción.
Pero la búsqueda por expresar por escrito lo que vemos en la realidad de lo cotidiano es innata, sorprende porque lo imaginado una vez documentado adquiere vida propia, autonomía, esencia, se vuelve forma, aunque curiosamente también sea un acto «intrascendente». La creación literaria puede convertirse en una obra que alcanza una expresión universal, que concierne a diferentes personas, deja de ser expresión personal, se hace diálogo y acuerdo entre escritor-lector y lectores-escritores. Esa nueva forma permite vislumbrar una débil imagen de inmortalidad. Tenemos la certeza de que moriremos como los simples humanos que somos, pero intuimos que la palabra sobrevive a la muerte, que lo escrito escapando de la aniquilación natural de las creaciones humanas se volverá fragmento en el mundo de las ruinas. Así el libro se queda arrumbado entre los escombros esperando la nueva mano que lo abrirá. En el movimiento de la apertura, penetrando en el pórtico, antes de la medianoche. ¿Que nueva idea saldrá de una lectura entusiasta?, ¿qué nueva película se filmará?, ¿qué belleza masculina o femenina se descubrirá en medio de la androginia?, ¿qué marcas de lujo vestirán a esas mujeres?, ¿cómo será nuestra sala de lectura ideal?, ¿se puede tener un club de lectura que sea la religión de una persona?
Leí fragmentos de poesía griega arcaica, redactados para la oralidad me parecen letra muerta. En la actualidad esa inmediatez de los fragmentos guarda paralelismo con las sucesivas comunicaciones que producimos en la vida cotidiana. Un fragmento arcaico sobre pasteles, que menciona un cerdo, una bellota, una expresión jubilosa, impronunciable en mi idioma, elogios de los diversos amores, una exclamación sobre los ríos, grullas, cabelleras, postración, danzas, cítaras, la primavera. Se parecen demasiado a una simple expresión con la diferencia de que la redacción no está hecha para lo cotidiano aunque hable sobre lo cotidiano, son poetas que van redactando sus piezas para ser declamadas mientras me supongo que miles de hombres y mujeres viven sus vidas haciendo o viviendo algunas de las cosas que se dejan escritas en los poemas.
Aunque los fragmentos que leo se encuentran a mi alcance, no dejan de ser una simple gota en el mar infinito de creaciones continuas. Claro, hagamos un archivo, uno puede imaginar una espiral de fragmentos que se encuentran ahí diciendo: léeme, extrae ideas acerca de mi y crea un libro nuevo. De pronto pienso: por supuesto, el fragmento, la redacción rápida del poema, el tipo de poema: inspirar una docena de haikus. Solo una cosa falta: encontrar un buen lector, o mejor dicho: encontrar un asentimiento. Así como no puedes obligar a alguien a leerte, no puedes privar a una persona de su deseo de escribir. Lo difícil esta en aprender a escribir. Pienso que tienes que formularte la pregunta de para que quieres escribir. Los fines de la escritura no pueden dejar de lado la realidad de que la escritura está inmersa en un medio. La escritura no es autosuficiente por ella misma, y lo más extraño es que el principal instrumento del escritor es el lenguaje. Que el lenguaje está en movimiento, que nadie tiene el monopolio, todo eso se sabe, lo difícil es que el lenguaje es la forma con la que nos relacionamos con el mundo y sus habitantes, el lenguaje produce identificaciones, comportamientos, preferencias, desviaciones, el lenguaje es de uso político y económico, pasa al ámbito jurídico, genera relaciones simétricas y asimétricas, confunde, unifica.
Los fragmentos de los poemas arcaicos están ahí como prueba de que como especie dejaremos escritos, porque es mejor este sustantivo a escrituras, que sobrevivirán siglos, con lectura que traspasa milenios. En esos milenios ya habremos devorado la tierra. Lo inusual es que es el nombre del autor de los fragmentos está desnaturalizado: no es un ser inmortal, porque como los fragmentos lo reiteran: son escritos por mortales, y la rapidez con la qué paso las páginas para “economizar”, ganar tiempo/Cronos para después malgastarlo en redes informándome sobre lo que acontece en el mundo, eso contribuye a que la importancia del nombre del poeta/autor disminuya en mi lectura. Únicamente una “necesidad” salvará al autor de ser completamente olvidado en mi Cronos, aunque es causal. En caso de que yo escribiese un texto en el que citare o aludiere una “frase poética” que es de autoría exclusiva del autor, una cita tal porque la influencia y la marca personal del poeta/escritor es tan evidente que no nombrarlo constituiría no un engaño, pues se puede vivir engañado, los hombres son tolerantes con ello, sino que no nombrarlo constituiría un acto de injusticia poética.
Por ejemplo, aquí tenemos a Alceo:
“El vino, joven querido, y la verdad…”
“He sentido la llegada de la florida primavera… mezclad cuanto antes una crátera de vino dulce cual la miel.”
“…y desde niños con ligereza de ánimo, la tortuga marina”.
El humano delira con una creación propia, anhela como especie habitar en comunión y mediante reproducción colectiva crear otro planeta, tal vez invadir y habitar otro, para poder ir y destruir a los seres de esos territorios. Es una pulsión terrible y real. No sabemos dar vida, porque no podemos crearla, solo podemos reproducirla. Nadie da vida. Solo pasas la semilla de cuerpo a cuerpo sin ser consciente que lo milagroso de la creación es que sea tan común. Casi accidental. Ni siquiera podemos mejorar la vida que tenemos, es más prudente la aceptación del infortunio. A menudo he pensado que elegir la vida es lo más trivial darle sentido a ese acto trivial requiere del establecimiento de un cierto tipo de método que no tenga la forma tan despiadada que puede revestir el hábito.
No creo en las personas, al igual que yo ninguna persona tiene suficiente luz para compartir, una frialdad que necesita del calor de las fogatas es la que permite la transmisión de las historias por eso creo en el poder sensual de las Palabras. Y las palabras sensoriales que me transmiten todos los autores muertos y vivos que leo embellecen mi vida, me gusta escuchar sus palabras y amo la vida lectora, sin embargo soy consciente de los peligros y los riesgos de la vida lectora, del amor por la imaginación, porque el amor lector como cualquier caso de amor es peligroso, amar es peligroso, amas el mundo de otro, el propietario de ese mundo tiene un mundo ajeno a ti, por eso me acerco como un animalito, como los lobos salvajes se acercaban a los hombres antes de ser domesticados, así que me acerco para escucharlos, para conocer sus historias, porque solo saber que existe algo más en el Ahora, en el presente, en la inmediatez de lo absurdo me hace tener optimismo de que la estupidez de la vida humana que solo conoce la explotación de hombres por otros hombres tiene una razón. ¿Acabará algún día la explotación?
¿Por qué aprecio tanto el ahora? Bueno, resulta que las personas muchas veces manipulan con el Futuro, utilizan las siguientes expresiones: «cuando seas grande», «cuando seas adulto», «cuando termines la carrera». Y estas vagas frases que te hacen pensar que son promesas son mentiras, son la postergación de los incapaces. Admitir que no podemos, que no tenemos, que no sabemos, es admitir que no eres dios. Es admitir que eres una persona ordinaria. Es admitir que eres como todos, y en el afán de engañar, la gente a veces es tan cruel, está tan enojada, que miente e inventa promesas, en realidad se cree su propia versión de la historia, por eso el futuro, es la excusa de quien de antemano sabe que no hará nada, es un engaño. El presente es más modesto, más cotidiano, es pequeño, y no tiene nada de malo reconocer que no eres dios y que no puedes hacer mucho. Si eres curioso y astuto aprenderás más de lo que crees y podrás hacerlo hasta ser semejante. Si, el resultado de lo inmediato es que internet sea un océano de experiencias y actuaciones. Aquí se prolongan los medios de comunicación, las celebridades y se conforman nuevos monopolios, pero es un instrumento que al menos te permite mantenerte en el juego, porque la vida y sus recursos, no solo existen, también son lo que nosotros hacemos con eso. Nosotros también podemos con nuestros actos hacer una diferencia por mínima. ¿Cómo quieres ser intervenido si no sabes intervenir? La escritura es la intervención de la mente. Todos ingresamos a este portal, entonces prefiero la inmediatez que me da el portal, por eso prefiero la inmediatez de la lectura y la escritura y si prefiero mi vida con internet, con ese portal, con esa ventana, que sigue siendo una caverna y que desprende luz incandescente.
Escribir es un acto físico. Si lo vemos desde la normatividad de las miradas imperantes bastan las manos. He pensado que si no tuviera manos, tendrá que recurrir al apoyo de otra persona para seguir escribiendo. La tecnología ahora permite que las personas que tienen algún tipo de discapacidad, personas con diversidad funcional puedan dictar sus escritos si carecen de un cuidador que tenga la disposición para realizar la transcripción. Sucede que muchas personas podemos aparentemente tener todas las facultades pero la vida cambia en minutos o en segundos, alguien puede perder la vista y tener que depender de otro para que le lea o para que le escriba. Respecto de lo anterior, la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad señaló en su artículo 2: «La “comunicación” incluirá los lenguajes, la visualización de textos, el Braille, la comunicación táctil, los macrotipos, los dispositivos multimedia de fácil acceso, así como el lenguaje escrito, los sistemas auditivos, el lenguaje sencillo, los medios de voz digitalizada y otros modos, medios y formatos aumentativos o alternativos de comunicación, incluida la tecnología de la información y las comunicaciones de fácil acceso» y define como lenguaje: «se entenderá tanto el lenguaje oral como la lengua de señas y otras formas de comunicación no verbal». Lenguaje y escritura son para todos. Universalizarnos a pesar de las diferencias y de las injusticias cotidianas es nuestro desafío. Nos buscamos comunicar para traspasar las fronteras de lo «dado» para hacer visible lo invisible.
Que la lectura y la escritura son actividades intimistas ligadas a nuestra corporeidad es un axioma, pues escribir es en cierta forma usar el cuerpo, no es un juego que la escritura se relacione con un concepto teológico como el pecado o en el ámbito disciplinario con una falta, el cuerpo esta expuesto al riesgo, es un ente que esta expuesto a la comisión del mal, el cuerpo es más que un instrumento, el cuerpo es el escenario, así es interesante que aborde la escritora Mónica Lavín aborde la interrelación del cuerpo con la acción de confinarse lo cual describió en un editorial que publicó en un diario mexicano: «Confinamiento y movilidad están de alguna manera relacionadas. Pero es verdad que la actividad del escritor, por lo menos el momento en el que plasma palabras en una superficie, es corporalmente quieta», en el contexto de la pandemia ella preguntó a sus amigos escritores sobre la relación entre el cuerpo de los escritores y la escritura. Como el cuerpo esta presente en todo lo que hacemos en las actividades de escribir y leer su inmovilidad es aparente, la imaginación trasciende a esos momentos, pues modifica tú visión tradicional del mundo, por eso leer es el acto más cosmopolita que existe, acompañado con su correspondiente paradoja que es la correlación con un espacio único, y pienso en la frase de un derviche que Nikos Kazantzakis compartió en su libro «Carta al Greco»: «el cuerpo es una prisión». Sí lo es porque a pesar de lo embarazoso que es el cuerpo escribimos de una o de otra forma, las actividades de lectura y escritura como movimientos son amores que aprisionan, provocando insatisfacción, celos, vergüenzas, sentimientos embarazosos, como reflexionó Simone de Beauvoir en el Segundo Sexo, uno se siente a disgusto con su propio cuerpo, con su desnudez. Es tanto lo físico, el peso de estar en el mundo, la aridez de la vida y la biopolítica, el tiempo perdido, las estupideces de los medios de comunicación y también las mías, las terquedades de otros y las mías, que aislarte para escribir no es un desafío sólo para ti, es una provocación ante el mundo que espera de ti, especialmente de la mujer que te dediques a la nada. Difícil no incurrir en el error de usar la escritura exclusivamente para desahogar algún lamentos, por lo que a mi concierne y sin intención de persuadir o convencer a nadie escribo para tratar de ser mejor, porque la escritura pretende pasar al papel y ahora a la pantalla u otros soportes las ideas, pensamientos y reflexiones de nuestra mente y corazón.
Cuerpo y mente unidos. El cuerpo de la escritura es el deseo de tener algo más
De todos modos, en la escritura debe existir algún tipo de emoción. Algo tiene que movilizar desde adentro a las personas para buscar una eternizar una expresión. Miren si no es milagroso, que pagamos de nuestro dinero por escuchar las palabras de otros, nos suscribimos a periódicos, a revistas, compramos libros. Me mandaron un correo vendiéndome un libro, me encanta comprarlos son mi gusto pequeñoburgués que soy capaz de trabajar a deshoras y comprárselo a la autora con tal de hacer mi buena obra: sigue produciendo, sigue escribiendo, yo te lo compro, por el puro placer de abrir y tener el libro en mi casa, y poderte citar algún día cuando yo escriba y publique mi libro. Les comento que en el correo electrónico no se me rogaba que comprara el libro, se me exigía que lo comprara, por medio de la exigencia me indicaban que yo puedo demostrar que soy buena y solidaria convirtiéndome en mecenas de esos libros de izquierda. Que paradoja que quienes dicen ser de izquierda y defensores de los marginados, utilicen una palabra tan aristrocratica como mecenas. Inteligentemente tienen distintos paquetes que jerarquizan los diferentes tipos de «mecenas» o «colaboradores» . Todavía para hacerlo más utilitario debo decirles que guardé el correo electrónico y en un futuro próximo haré realidad mi mecenazgo virtual y momentáneo patrocinando la publicación de alguno de los escritos de esa editorial.
La escritura para mi solo tiene un sentido cuando lo haces para ti, para sentirte bien, no para sanar ni descansar, porque no existen curas, descansos ni shabbats. La escritura es mi acto egoísta de muchos días. Es la forma como plasmo una idea para si me acuerdo volver después. No recogeré cosecha. De las ideas y del pensamiento crítico no siempre se recogen ideas en el presente ni en el futuro, porque para el conocimiento y la escritura no existe división, solo existe el acto de transcribir por medio de las palabras lo que somos. Escritura y personalidad van juntas. El escritor es un autor que quiere formar un mundo, hace días mientras yo estaba en el portón de mi casa, ya saben por el confinamiento no salimos, entonces salgo al patio delantero y empecé a conversar con sana distancia con un vecino a quien conozco de años, porque es del mismo pueblo que yo, cruzamos palabras sobre la pandemia, la gestión gubernamental, el presidente, la política, México y me dijo algo que me dejó pasmada: «el comunismo y el colectivismo no favorecen el arte, la literatura, porque el escritor busca su individualidad.»
A quién lea esto: La individualidad es el terreno de batalla, y el precio de la individualidad hasta ahora sigue siendo la soledad y la incomprensión. La sociedad en la cual la individualidad y los demás sean complementarios, tardará en llegar a nuestro mundo, por mucho, mucho tiempo.
Cada letra, cada oración el página en blanco. Es un acto humano y aunque el valor lo determine el público o el auditorio, lo que estás escribiendo tiene un sentido, porque escribes para salvarte a ti mismo. La escritura es el don. La escritura es el comentario, al escribir te liberas y escribes para ti, no para nadie más Cuando escribo plasmo mi lengua lo que vivo, no tengo que cumplir con convenciones. Vivo mi mundo. Soy libre.
Escribir, publicar, libro
La poesía y el ensayo. La ficción y la no ficción. Los géneros literarios y los personajes. El argumento. La trama. La historia. Principio y desenlace ¿Y si no existe un fin?
Escribir me gusta como un proceso de ensayo-error. Lo más difícil está en elegir entre mirar y lo leído. Lo escrito ya ha pasado por varias pruebas. La escritura de algún modo busca describir la acción de la mejor manera. Ahora la acción.
El español es el lenguaje de mi alma. De mi opresión y de mi libertad. Es mi lengua y mi herencia. No me importa si hablo y escribo en la variante del español mexicano. Revindico mi lengua materna como se que la haya adquirido. Ninguna lengua como ningún tesoro esta exenta de crimen. Si el bien es solo un obstáculo parafraseando a Cioran entonces yo bendigo todos los hechos y todas las acciones efectuadas entre los siglos para operar este pequeño milagro temporal de que hable el español.
El alfabeto como descubrimiento y los números arábigos. Un alfabeto y los números es todo lo que necesitamos para existir. ¿Para que el lápiz y la pluma? si no son más que los instrumentos utilitarios para dejar constancia. Este homo sapiens necesita siempre estar produciendo porque si no se muerte, para que la vida tenga un sentido plasmo con lápiz, con pluma y con el teclado del ordenador, las letras del alfabeto, los signos ortográficos y los números. Alfabeto y números es todo lo que necesito. Para poder tener mi gramática y con ella escribir mi juicio personal.
La observación es el alma de la escritura. El escritor tiene que prestar atención a las personas y los ambientes, la mayor dificultad es hacer coincidir la actividad escribir, ser observador y vivir. No sólo narrador sino ejecutor y autor de los hechos. Tal vez por eso encuentro en la contemporánea práctica del mindfulness 🧘 una similitud con la empresa de la escritura: el mindfulness y el budismo 🕉 te enseñan a tener resignación al momento, la vida y las personas nos rebasan, nuestra incapacidad para reaccionar, prever o saber ante los momentos, como reflexiona Duras sobre Mishimo en su libro. Es una fórmula sencilla para aceptar las limitaciones y las impotencias.
Regreso a casa. Fantaseo con que tengo libros y que escribo, pero en realidad esos objetos y esa actividad me tienen, aunque sea de forma muy precaria, a mi. Por las noches me complace saber que puedo apuntar cualquier pensamiento, opinión o expresión en las aplicaciones de notas de mi smartphone o en mi tableta. No siempre tengo que escribir. A los escritores se les pregunta mucho sobre cómo le hacen para abordar el bloqueo creativo. Cada quien da su respuesta y si les pagan escriben apuntes y cursos que todos agradecemos porque son consejos y sugerencias para saber cómo tratar esos momentos donde la escritura no quiere fluir y una no sabe como forzarla.
En cada escritor existe un narciso. Escribe para ti.
Como hacemos la memoria, habitando el presente y experimentando estando presente, es trata de escribirlo. Escritura creativa.
Tanta obsesión por escribir sobre folios y están las actividades y edificios. Es que escribir a veces es como transcribir para que queden los registros de las experiencias y si también de lo que otros dijeron y de lo que pensamos nosotros de lo que otros dijeron. La escritura es el verdadero diálogo.
No me había dado cuenta de que se escucha mucha sonoridad (qué risa el autocorrector escribió sororidad, el lenguaje está ya cambiando) desde el río. Parece danza de pájaros. Deben estar apareándose en una orgia ahora de madrugada.
Escribir es dar cuenta de tu sitio. La actitud que asumes en el lugar donde estes.
Disculpen que escriba utilizando el nosotros. Es la costumbre. A veces pienso si somos muy groseros con el lenguaje. Me viene a la mente la dicotomía: lenguaje y silencio. Ni hablamos bien, ni callamos bien. Si soy muy criticona. Cuando digo que no nos conducimos bien con el lenguaje lo digo como medio de expresión. He pensado ahora en las personas con discapacidad y con sus propios lenguajes y medios de expresión, resulta tan natural que se les invisibilice. Si ni siquiera somos capaces de respetar el lenguaje de los que están a nuestro alrededor, con más ahínco ignoramos los lenguajes y las expresiones de las minorías.
La jerarquía se empieza a derrumbar cuando aprendemos a observar.
Por eso estoy leyendo sobre las lenguas y las expresiones de las personas con discapacidad. Hace ya casi dos años vi una exposición de dibujos de niños con síndrome de Down y me agradaron. Estaban en el hospital donde nació mi sobrino. En el Starbucks de una plaza comercial que visito también los cuadros son de niños con síndrome de Down y son muy buenos. También di con una página de internet con dibujos elaborados con personas con discapacidad. El arte no hace distinción, cambia algo saber quien lo hace.
No se si lo cambia pero si es abrir el abanico de las oportunidades y derrumbar prejuicios preocuparse por el otro. Para escribir a mi me gusta pensar en las minorías.
Para Marguerite Duras la soledad es la muerte o el libro. La soledad es la muerte del libro. Estar frente al libro sin nadie con quien comentarlo, para resucitarlo tienes que inventar un interlocutor imaginario. Deseo el dialogo, la cultura de la conversación.
Existen los premios pero cualquier escritura debería valorarse y calificarse como el resultado de la imperfección. Sólo en la ficción podemos tener un personaje con tanta solvencia. Es la tarea del autor, o más bien su deseo, a causa de su carencia, …o será que no miramos bien¿
Escribir es un acto de narcisismo y de derrota. De fracaso. Desciende de la imposibilidad de conciliar pensamiento con acción. Es un milagro que paguemos por los libros. Lo hacemos porque como todo coleccionarlos es una patología y el mercado del libro necesita rodar. Bendigo ese mercado. Bendigo al libro. Lo más asombroso es que nuestras costumbres literarias varíen, internándonos en el mundo de sombras. Si Gutenbert inventó la imprenta pensando en la Biblia. La curiosidad implacable del europeo siguió profundizando en en libro y en su utilitarismo. Los semitas se autodenominan pueblos del libro, pero son pueblos de escritura y de comentarios. Comentar lo que dicen los otros, leerlos y apuntarte a la tarea de escribir y escribir exige un gran esfuerzo físico, hacerlo, para que. Como tocar el piano. El teclado de la computadora y encontrar lectores.
Crea audiencias. Crea lectores. Comunidades frágiles como un cristal.
Como un acto de memoria, de recuerdo, desequilibrado donde ocurre el milagro de la ficción: por primera vez sientes que puedes crear algo con palabras. El abismo entre el propósito y la acción, palabras de Freud en ningún lugar es tan evidente, si subrayo evidente cómo en la escritura. La escritura habla de deseos insatisfechos, de memorias contadas y de mentiras donde podemos jugar a ser otros. Asumir diversas personalidades la fortuna y el trabajo del actor. El escritor puede permitirse la libertad de ficcionar y saben que para mi no existe distancia ni diferencia entre la ficción y la no ficción. Las mentalidades humanas, distintas realidades. Eso denota la escritura como creación humana, fácil de destruir, de vencer, de retroceder y de resucitar.
Y no poder escribir deseando hacerlo debe ser también una de las mayores desventuras. Toda experiencia negada causa amargura. La literatura intenta sanar eso. Sanar lo que no se puede vivir. La literatura manifiesta nuestras aspiraciones y también insatisfacciones. Quisiéramos que las cosas fueran diferentes. La cotidianidad se nos aparece simple y monstruosa. Cumplir con tanto, con tan poco. No fue lo que nos prometieron y aflora el lamento de la risa. La creación que se aparta sin ser soberbia, sin enseñar, sin predicar, sin distinguir entre bien y el mal.
El mal no es el obstáculo, el obstáculo eres tú.
No se si ya lo escribí anteriormente: que la escritura es también un acto de narcisismo. La autoafirmacion del yo. Parece que como humanos estamos condenados a desear afirmarnos y cada quien lo hace como puede y de acuerdo a sus circunstancias. Los mejores y los peores. Y el sistema siempre silente y omiso. La escritura como testigo y como actor que siempre llega a destiempo.
Me pregunto si escribir tiene algún sentido, la escritura está muy ligada con el método científico, un científico tiene que tener habilidades para comunicar sus ideas, porque la comunicación de las ideas forma parte de las etapas. No sólo es suficiente observar, el científico pertenece a una comunidad con la cual se hace consenso para fijar una determina teoría que sostenga la validez del conocimiento demostrado, entonces la escritura científica se hace necesaria, que esta persona científica reúna las competencias necesarias que tiene una lengua. Esto nos lo enseñan o deben de enseñar desde la escuela, forma parte de la alfabetización, ahora bien la escritura científica trabaja con términos muy específicos, el objeto de estudio, la cita correcta, y más aún delimitar que de verdad el objeto de estudio constituya un problema científico que se pueda estudiar para poder así plantear soluciones tentativas.
La literatura es todo lo contrario, al menos desde una visión positivista. Sólo que el positivismo está muy conectado precisamente con esa validez “demostrada” que tienen que tener los conocimientos y por supuesto, el positivismo también está conectada con esta cuestión escrita que tiene la literatura.
Es por eso que puedo entender cuando George Steiner le dice a Cecile Ladjali en su conversación, en el elogio de la transmisión que lamenta que ya no se aprendan poemas de memoria, que no se memorice. La memoria es una facultad que el ser humano necesita para estar anclado, y para Steiner el poema debe aprenderse de memoria, coincide así con otro gran crítico literario y lector, Orlando Bloom que en una entrevista declara que les decía a sus alumnos que se aprendieran fragmentos de memoria: al aprenderte un texto lo hacen suyo, algo así más o menos dijo. Parece ser que antes de lo escrito existió algo más y lo escrito sólo reemplaza una Palabra. Por supuesto que ese principio son muchos principios y solo responde al Misterio de la vida, en su pureza. Por eso la única vida que merece ser llamada vida es la individual, como dijo José Ortega y Gasset.
La literatura o la escritura están llenas de dudas y de incertidumbres, como la ciencia sólo que su método no es tan transparente, en esto la literatura se parece a la religión y no es la religión y la fe algo que también está lleno de certezas, como cuando Pablo escribe en sus epístolas que la fe es la sustancia de lo que no se ve.
El científico que puede ofrecer sus servicios como empleado sólo tiene como certeza el dinero de los que ve y son en realidad sus clientes. No lo culpo somos seres con necesidades. Todos estamos buscando la verdad por nuestro lado.
Lo que más nos aturde es que parecemos no encontrar un orden, y la literatura sólo testimonia esa pluralidad. La literatura es el producto de la actividad humana de escribir ficciones. Esta escritura tiene que realizarse para ser ponderada como de alto valor y si, también de tener calidad como una escritura que hace uso correcto o bastante correcto del lenguaje escrito. La literatura como resultado del plasmar ficciones que son imaginarias en la actualidad ya las fronteras entre la ficción y la no ficción presentan una problemática respecto de las interpretaciones ante la característica de la veracidad. Ocurre con la escritura autobiográfica o literatura del yo, que presenta estas fusiones entre ficción y no ficción porque sólo puedes confiarte ante la palabra del autor y entonces el público quiere conferirle un carácter de veracidad, cuando es sólo una representación de la memoria individual del autor. Es distinto con la escritura de no ficción, está intenta apegarse a un método en la citación y en la coherencia de las interpretaciones y comentarios que permitan dar veracidad a las descripciones. Los buenos autores mediante la literatura crean historias que son coherentes. Los escritores de no ficción describen realidades y reflexionan a partir de ellas, pero debe mantenerse una fidelidad y cierta vinculación a una tradición, tienen que estar anclados no en un compromiso político pero si en una posición desde la cual exhiben su intención de escribir, ¿porque lo hacen, quiero decir que ficcionar desde la no ficción me parece peligroso y escribir sus posturas individuales como si se traten de dogmas, me parece que es un reemplazo secular del dogma religioso.
El punto anterior nos lleva a la necesaria distinción entre información y expresión. Aunque esta distinción resulte demasiado técnica.
No pienso que se gane demasiado teorizando sobre la escritura. Es más bien como un pasatiempo para mantener a los creadores de las letras ocupados en un sistema que quiere seguir produciendo productos que vender. Insisto, productos que vender, porque el intercambio continúa monetizado. El problema no es un tema de dinero, de sí está mal tener o acumular sino de un tema que tiene que ver con el valor de la cosa, la propiedad, la igualdad de los seres en la sociedad y la forma como en la sociedad cuidamos a nuestros miembros, como nos cuidamos entre todos, la escritura no debería funcionar como disparadora de desigualdades, su venta si la consideramos en función de clientelas tendría que reconocer que se ha convertido en producto y su distinción de lo que integra ya a la posteridad su parte en el patrimonio público de una sociedad.
Posiblemente este tema de tener a los creadores teorizando y enseñando en cursos y sesiones provenga de que los nietos de la Edad moderna se sienten huérfanos: necesitan maestros, quieren todos lo mismo: aprender a hablar el lenguaje del universo, ser uno, fundirse en uno, pero si todo fuera hablar. La acción nos separa. La escritura como acción no lo satisface. La escritura multiplicada en miles de acciones es visible pero vacua.
Entre tantas escrituras quien escribe de forma individual, para si se vuelve vulnerable, no sólo porque lo que escribe, lo que quiera decir no cuente con auditorio, con un eco, con escuchas, que importe, que sea relevante: se tropieza con la indiferencia y la anulación de su originalidad. La originalidad no es que diga algo nuevo o que nadie haya pensado es como bien señala Kundera en los Testamentos traicionados sino que se refleje el estilo o la personalidad del autor. Las escrituras, casi todas siempre se parecen, eso desde la perspectiva humana no tendría porque estar mal, si es claro producto de la inteligencia y trabajo, se conceden los créditos según sea el caso, el problema es que la escritura no sólo se ha mercantilizado, se ha devenido en mercancía barata, sino que se utiliza como pretexto para la exclusión, como arma pensada para un espacio que se sigue considerando bélico y como un instrumento de fuerza. Al ser caprichosamente individual renuncia a la comprensión y quien escribe es vulnerable, vulnerable ante la indiferencia que en las sociedades capitalistas ya sin conciencia asesina con la indiferencia masificada, que refugia al individuo en lo personal ya sin ningún tipo de vínculo con el mundo, con ghettos verbales.
Me cuesta seguirlo haciendo. Sobre todo ceñirme a una forma. La novela me queda lejos. ¿Escribir una corta? Todo escritor en ciernes seguramente se lo ha de preguntar y todo escritor consumado también. ¿Qué le hace escoger el género? El que se asume como novelista, porque es su oficio, sabe la forma que guarda la novela, la estructura de la novela y su psicología: no es que sea un drama, sería sólo tragedia y las novelas también pueden ser cómicas, aunque la novela crea un mundo y una realidad propia e independiente de los demás. Existe por si. El novelista le dota un lenguaje para ser evidenciada, mostrada al lector. El novelista que vive de su pluma. El intelectual que vive de su pluma, según palabras de Transverso. Esa búsqueda del arte es algo que sigo sin entender, porque unos lo buscan más que otros. Todo es arte, todo es ficción pero no todo es novela. Y no todo es una novela como bella arte, esa que consigue superar a todas. Bueno todas las que superan y transcienden al tiempo y podemos leerlas más allá de los contemporáneos y sin mediación.
¿Cuando el artista elige la forma de su escrito no toma la resolución definitiva? Una expresión artística sin forma, no tiene carácter. ¿Es que estoy deformada?
Busco la forma. El carácter creativo.
Para criticar un texto tienes que leerlo bien, examinarlo, cuanto más observas un texto como crítico más imperfecciones encuentras. Es lo que la religión a través de los siglos ha practicado: teme que se le cuestione. Lo mismo pasa con los textos: en cuanto se les critica algo existe quien emprende una lucha encarnizada: defender mis ideas, podría clasificarse. Sucede que así como la religión produce comunidades religiosas, los escritores también producen sus propias comunidades: comunidades invisibles. El problema es cuando el texto adquiere connotaciones bélicas. Parece esto repetirse: verlo como una disputa donde no se busca el acuerdo. El otro es el enemigo. El escritor o la escritora tiene el eco: de quien repite sus palabras.
El primer obstáculo con el que comenzamos nuestro andar y perdemos la inocencia es cuando nos damos cuenta de que existen otras voluntades, con sus propios anhelos, miedos, amenazas y riesgos. Son también autónomas y soberanas en sus tiempos. Lo mismo pasa en la escritura. Alguna vez te silencian otra vez te dan la palabra. Tu tomas la palabra o tú te silencias. Nada de esto está planeado es parte del juego. Es que no podemos darle a lo que hace la otra persona un carácter intencional, todos tenemos algo inescrutable, reflexionamos, nos evadimos hablando y plasmando eso que hablamos sobre la pantalla o el papel. Sigue siendo la nada. Para el interlocutor que tiene su propia opinión rebatirlo es su recurso, su experiencia es más importante y esa terquedad de colocarte en tu pensar o argumento, aunque sea falaz es la máscara con la que hablamos o escribimos con tal de ganar, porque seguimos viendo la vida como una guerra, una lucha ante otros, los otros siempre con adversarios. El amigo es un adversario oculto, como el padre, el hermano, en esa imposibilidad de amar y de abrir verdaderamente el ser. La lucha en el sentido que sigue vigente es aventarse, ofender, y defenderse o replegarse, evitar el golpe, evadir, sacar la vuelta, esconderse. Es hablar ante oídos sordos: no quiero discutir, no quiero entrar en conflicto. Oh tan inútil la persona nada mas conoce del conflicto y busca un conflicto aunque sea inexistente.
Si el amor verdadero es una fuerza muy poderosa entonces está sellado con la muerte. Amor y muerte, la escritura. La creatividad, hacer las cosas. Amar lo que se hace dicen. Amor es servicio. La escritura y servir. Una civilización de sirvientes. El esclavo, el amante que ama. Amar es esclavizarse, convertirse en siervo. La muerte refleja nuestra individualidad parafraseó a Frohm. Todos nuestros caminos parafraseando a Cioran culminan en ese momento. Como si todo el tiempo nos estuviéramos preparando para eso. La muerte es un momento, que se vive de forma individual. Cuando escribo percibo esa presencia. No en el tono festivo del Día de muertos como se celebra en México. Y como nadie puede vivir ese momento por mi, todo lo que hacemos es una defensa o aceptación de ese momento. Entonces todo tiene un sentido, todo lo que hacemos o no hacemos. Errores, fracasos, el error que molesta. El error oculto como dijo el Salmista. El acierto. La victoria. La victoria en aceptar lo inevitable y bajar la cabeza.
Y como la muerte es un hecho individual la muerte no es un hecho comunitario es un hecho personal. Puedes consolarte en comunidad. Nadie va a morir por ti, por eso no analizo la muerte tomando como referencia la celebración del Día de muertos que actualmente tiene una connotación festiva en México sino con la última cena y la Santa comunión. Jesus. La muerte es verdaderamente reveladora de lo humano. De ese modo la escritura es un acto personal. Como las editoriales o medios cuando incluyen un descargo de responsabilidad: la opiniones expresadas por el autor son de su entera responsabilidad. Nadie va a pagar las consecuencias por ti. Son personales. Dado que los medios son eso soportes. De ese modo es natural que la criatura que escribe se mueva con cautela: evitar una ofensa, o no dar un crédito, no entrecomillar bien, un error de ortografía escandaloso, una deficiente dicción. Y salimos a la caza de los materiales: libros, etc., como nuestros ancestros salían de cacería. Nada más que estos materiales no alimentan el cuerpo, inocentes pensamos tener asegurado el plato, la subsistencia y podemos alimentar así esa otra parte invisible de nuestro ser que la sociedad denomina ocio, pasatiempo, lo que no es trabajo. Actividades aparentemente no lucrativas. En las que no eres un productor o trabajador sino consumidor. Así es como sucede la fijación con la escritura como objeto: manuscritos, cartas, correspondencias, telegramas, oficios, diarios. Quienes escriben y reflexionan mucho sobre lo que no es exactamente un texto dirigido para audiencias, sino más íntimo. Una carta puede ser una gran revelación, dos líneas apuntadas en un diario convertirse en un aforismo que irá de boca en boca. Un único poema convertirse en el mantra de una manifestación. Si antes la libertad de expresión parecía que amparaba un alegato público, un ensayo volteriano, un libelo, la enciclopedia de Diderot, ahora la libertad de expresión ampara contenidos pornográficos, porque existe una pornografía ilustrada y otra de masas, pornografía para mujeres, nudes de only fans, no nada más nudes de Modigliani, memes, un simple tuit, porque todo es escritura, y las imágenes son también para las audiencias escritura, como si volviéramos al tiempo de los jeroglíficos con sus dibujos que no se corresponden con nuestro alfabeto. Y reflexionamos mucho sobre lo que escriben otros, o escribimos sobre el acto de escribir y lo más personal es cuando reflexionas sobre lo que tú mismo escribes, sobre tu propia escritura. En un frenesí total del yo. Así divaga la pluma o el teclado cuando cuando comienza el escritor a confesar y dice: lo escribí mal, allí está un error de forma, no debí de haber anotado eso, todos lo compraron, sin la autopublicacion no hubiera comenzado, me plagiaron, o me acusaron de plagio, escribí algo por ganar dinero y un largo etcétera. De ver y saber todo eso surge la oportunidad para quien tiene ojo: allí se encuentra una historia. La historia que sobrepasa a las posibilidades.
La escritura es una actividad de lucha contra el silencio. Contra el olvido. Contra el silencio de los otros y el olvido de los demás. Ejercicio de memorias. Con cada soneto, con cada poema. Con cada verso. En cada renglón y en cada ensayo personal, apunte, memoria, diario sin fecha, novela en proceso: a cada paso pretendo reconvertir mi tiempo. Ser soberana en mi tiempo. Si la escritura es tiempo y mi escritura es mi tiempo. Con la escritura yo trato de recobrar el paisaje de mis años mozos. El tiempo en el que éramos inocentes. Saturados de baños de sol en la estepa del noreste de México. Entre jóvenes crueles y frívolos. Donde las mujeres se disputaban al más guapo. Guarecidas en sus casas confortables. En la mezquindad hacia el pobre que yo trataba de enmendar con buenas acciones individuales, ¿cómo? obedeciendo a mis mayores. Diciendo no al maltrato. Un maltrato que nadie sabe corregir ni descifrar, ¿por qué Sucede?, ¿por qué nada se repara? Porque la escritura es la grieta que saliendo de mi cuerpo de piedra no encuentra otro eco, más que otra escritura y otro libro para volver a empezar.
Me preguntan que si mis poemas los escribo en decasílabos. Escribo de forma solitaria sin influencias sociales, porque no pertenezco a ningún club o asociación de escritores o académicos, pues también estuve en la academia. No me hace mejor, estoy en mi proceso, haciendo camino. En una entrevista a George Steiner le preguntaron que qué significaba para el ser judio lo primero que contesto fue que para empezar significaba pertenecer a un club. Yo ya había escuchado de otra persona eso de que pertenecer a una religión es como un club, nunca lo mencionaron así en mi familia, mi padre jamás dijo algo parecido y Steiner no lo dijo por menosprecio simplemente expresó una realidad, sus circunstancias estaban vinculadas a esa herencia cultural o religiosa, como se quiera suponer. Pero me da de que pensar, a donde se une uno, quien te invita, como se ve en las protestas sociales o grupos de internet. Todo variando. La familia, los amigos, el club de lectura. Escribir un libro conjunto del club de lectura, hacer un taller de escritura con los miembros del club, una comunidad, amistades, todo tan denso, recuerdo lo que escribió Freud: las necesidades sexuales en vez de unir a los hombres los separan. La escritura puede ser más que un romance, un matrimonio, pero como amar una hoja, algo que no me devuelve nada, o un poema, un ensayo, como estar sentada allí escribiendo, cuando ya todo está sucediendo.
Leer idealmente no debería de ser solitario pero en gran medida así es, pero no me puedo quejar es muy reconfortante recibir retroalimentaciones de personas a las que les interesa la escritura que estás desarrollando. No importa que sea un comentario, es completamente apreciado y bienvenido, y no tiene porque ser elogioso siempre, es mejor decir la verdad, que el comentario sea sincero y como siempre es más agradable recibir buenos comentarios, lo mejor es ser profesional y cuidar la forma del texto. Siempre debemos tratar de hacer las cosas bien. Si un día no sale bien, al otro día con esfuerzo saldrá.
La escritura esta siempre entre nosotros, como instrumento de comunicación y se vale de la mirada para que captemos lo que dice, lo que otros nos quieren decir, lo que necesitamos leer para vivir. Necesitamos leer para vivir, para cuidarnos, en todo lo que hacemos, necesitamos leer las instrucciones, leer para confiar.
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