EL NACIMIENTO DE UN REY
—Jesus, nuestros hombres ya están listos —le susurró al oído a su joven señor. Este sin dudarlo ni por un segundo, dejo el lecho y se propuso a ponerse los cueros y la armadura, pero un cálido abrazo por detrás como impidiendo que lo haga, atrapó sus delgadas extremidades en la epifanía de la desnudes...