Recurrencias
Un día del montón, en horario de siesta, ingresó un uakari por la ventana. Al verme petrificado en un recoveco de luz, debió sentir pena por mí. Nos miramos durante un rato, él estaba parado al borde de la biblioteca; yo inmóvil, como hace años, en mi silla de ruedas. Que ser tan desgraciado pensé...