Noche de chicas
Fue al poco de empezar a cenar cuando me escribió el mensaje. «Me estalla la cabeza. Llámame.» Recuerdo que por un momento me quedé extrañado. No era propio de ella, tantas prisas. Siguió escribiendo; miré el reloj de la cocina y efectivamente aún no era la hora. Cabeceé. La televisión estaba encendida. Me serví un...