Diario de un condenado
Desperté en la soledad de mi celda y descubrí la luz de la Luna filtrándose por las rejas de mi habitación. Me acomodé mientras disfrutaba de aquel pequeño placer, tratando de olvidar el lugar en que me encontraba. Era inútil. Todas las noches, cuando abría los ojos, volvía a escuchar sus gritos. Y siempre, al...