Alcoraz
Acababa de saborear la hermosa manzana que había comprado en la tienda que regenta mi amigo Sahid en nuestra calle y me abandoné, recostado en el sofá, al agradable sopor que produce la digestión. Pedro I lo había conseguido y Wasqa era Osca de nuevo. Estaba inspeccionando la delicada arquitectura islámica de la mezquita Misleida, que pronto se...