TREINTA Y OCHO METROS DE SILENCIO
Siempre me armo de una imaginación etérea, siempre necesito guardar aquellos momentos íntimos para poder evocarlos en metáforas que salpiquen cada uno de mis días grises, como el de hoy. Aquí (treinta y ocho metros cuadrados de caja de muñecas), me tambaleo en cada curva, con este regusto amargo...