El último alcalde.
El señor Braulio subió con grandes dificultades la ladera de la colina, hasta el punto más alto del pueblo y desde allí, exhausto, contempló el paisaje que tenía a sus pies, se arrodilló, con el sol cayendo a sus espaldas, y suspiró profundamente. Estaba muy triste, pero al mismo tiempo, se sentía orgulloso. Había resistido...