Un pueblo tranquilo
Recién estrenada mi jubilación aprovechaba para leer, gozando de la tranquilidad que me brindaba el pequeño parque de nuestro pueblo. Así comenzó todo. Carmencita subió al árbol con la misma facilidad que lo haría un babuíno, pero bajar ya era otra cosa. Cuando vi su cara supe que estaba aterrada. Tras unos pasos a la...