Metrópolis
La mudanza de la ciudad fue inesperada pero no por eso mal recibida. Las calles, acostumbradas a vivir bajo una alegría tranquila, sin estridencias, bullían ahora de fiebre. Aquí y allá sus habitantes salían, entraban, daban vueltas, hablaban a gritos, a veces rezaban. Desde que amanecía hasta muy entrada la noche, el ruido de sillas...