Desde aquí
Absurdamente desperdicias tu vida, ahogas los intentos de tu conciencia, invocas a la muerte con tu mirada, apagas las sonrisas ajenas y… y ya no me escuchas. Te veo dormir todo el día, con el brillo de la pantalla sobre el rostro, con los párpados inflados de sueños, con la decencia indiscutiblemente destruida y… y...