El hastío, sus amnistías y motivos del vivir

El hastío, sus amnistías y motivos del vivir

MEDITERRÁNEO

O mediterráneo que soberbio eres,

que soberbio y que vil mordaza,

ahogando en sal las voces que aúllan,

cerrando las gargantas,

a valientes soñadores,

a perseguidos de la historia,

a negros sin papeles

a cifras sin dedos ni manos

ni hijos ni hermanas,

ni padres ni madres,

ni derecho alguno.

O mediterráneo,

tú que arropas mis pies descalzos,

que juegas al perro y el gato

entre mi pelo,

tú,

entero tú,

testigo de las más audaces proezas,

y de dioses griegos con tridente,

tú,

cómo puedes ser cómplice

de un silencio que tortura,

cementerio de arenas movedizas,

devuelve lo que te has llevado,

devuélveme a mis hermanos,

y sus risas y sus dudas

y sus desamores.

Mírame los ojos y llora,

llora conmigo por lo que te han hecho,

por convertirte en homicida involuntario,

llora,

llora y lloremos en silencio,

por esas voces que tragaste

y esos deseos que ya no son.

DESDE QUE NO ESTÁS

Acampa la noche

en la puerta de mi casa,

me acompaña al baño,

a la cocina

y de vuelta a la habitación.

Acampa la noche

en las farolas

robando su luz blanca,

su sueño desmedido.

La noche

acampa en mis dientes

y en el sol,

acampa,

de invierno a verano,

en las flores de la vereda.

La noche,

angustiosa noche,

que clava los puñales

en su abrazo

y que se extiende interminable

en una ruidosa oscuridad

que el tacto me ha robado.

La noche,

angustiosa noche,

acampa en mi

desde que no estás.

XIII

Al despertar la luz aún es ocre,

cuando aún no alcanzo a saber quién soy,

ya sé quién eres tú

y tus rizos son mis persianas

y mis sueños

y tal vez nuestra vida.

La cama es larga, cálida,

y se duerme a nuestro costado,

me miras y la miras,

es un bonito campo de batalla,

piensas,

te miro y la miro,

contigo hasta el último combate,

pienso.

Las sábanas se perdieron hace rato,

o las dejamos perderse,

o quizás en el mar no hay sitio para gatos,

pero este duermevela me quita el frío,

tus ojos también,

ya no digamos si me besas,

pero entonces la situación se va de órbita.

Vuelvo a tus rizos,

que tienen en sus giros el destino,

-Una vida con sentido no la quiero.

-Pues vamos a poner el cielo en marte.

EN SITUACIÓN DE CALLE

Resbalan lentas,

por su paz helada

en otra noche eterna

de estómago vacío.

Hoja al viento, destartalada,

hecha de descosidos,

le falta un brazo y una pierna

y un corazón y un olvido.

Libro hueco, cenizo,

empapado folio,

caminante no hay camino

ni hogar, ni nido.

Callos llenos de manos

que se arrastran entre adoquines

buscando una colilla

o una muerte.

Silva el viento

entre los barrotes,

de esa cárcel de costillas,

saco de huesos.

Resbalan lentas

por su faz helada

en otra noche eterna

de estómago vacío.

A LA MUERTE DE UN HERMANO

Brillan tus ojos

pero no son tuyos

y siempre serán tuyos

porque son suyos.

Andan los mismos pies

por el pasillo

queriendo resonar tus pasos

que ya no son,

repican sus/tus dedos

precisos como cincel de amaneceres.

Brillan tus ojos

pero no son tuyos

y siempre serán tuyos

porque son suyos.

En la noche las estrellas gritan

y sois dos,

y uno

porque tu risa suena aquí

aunque la sombra baile allá.

Brillan tus ojos

pero no son tuyos

y siempre serán tuyos

porque son suyos.

El verano es atenazada soledad,

y todo calor es ninguno

y toda canasta vale cero

y todo cuerpo sois vosotros.

Brillan tus ojos

pero no son tuyos

y siempre serán tuyos

porque son suyos.

EMBARQUEMOS

Aspiro mares imbatibles,

luces de luna llena,

abrazos de posguerra.

Los días son abarcables,

sale el cielo tras tus ojos,

se sonrojan las nubes

estando próxima la noche,

me sonrojo yo,

estando próxima tu boca.

Nuestro barco vuela,

entre mares imbatibles,

luces de escarlata,

abrazos de ensoñación.

Tropecemos los pies, todos,

por perdernos en cuatro caminos,

rompamos el timón

en aguas tan salvajes como tus manos,

tu pelo brilla con arrojo,

el cielo son olas reflejadas de mil colores.

No sueltes la cuerda,

iza la bandera,

agarremos la proa, la popa

y lo que se tercie

para que tiemble todo tras nuestros pasos.

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