Estuvimos juntos en mis sueños

aunque tú no lo sepas todavía;

compartimos estancia en tu remolque,

un espacio que cabe en cuatro días.

Nos sentamos relajados junto al coche,

y la lumbre calentaba lo templado.

Yo sentí frío al otro lado de la noche,

y te acercaste arrimándote a mi lado.

Te propuse no implicar los sentimientos,

solo darnos charlas y silencios;

ser, del otro, el mejor acompañamiento;

instrumentos que no quieren subir hercios.

Junto al fuego con tu brazo como manta;

la amistad como escudo de los hechos;

las estrellas testigos de la farsa,

y un pacto inviolable de derechos

Un café humeó en nuestra morada,

y sentí que el mundo ya no tenía dueño.

Nos vimos regresar de madrugada;

desolada, me arrancaron de mi sueño.

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