POR SIEMPRE TÚ
PRINCIPIO Con la ingenua mirada de los niños; el extraño enigma de tu sonrisa; los juncos al moverse con la brisa; y la picaresca de nuestros guiños, recuerdo aquel ajustado corpiño que ya ibas desabrochando sin prisa, temblando por sentirte indecisa de si yo merecía tu cariño. Pero cuando esas manos adoradas mi enrojecido rostro...